Estoy de escapada en Amsterdam, es la primera vez que visito esta ciudad y lo que hay me encanta.
Es extraño pero hace un tiempo muy bueno, un sol que molesta y una temperatura muy alta para esta época, ellos mismos están sorprendidos: hay mucha gente en chanclas, tirantes y pantalón corto.
Lo curioso es que en Barcelona estaba lloviendo, así que la manga larga y los zapatos de invierno que llevaba en la maleta no ayudan a pasear. El mundo al revés.
Para cenar el primer día un sitio muy fashion cerca del mercado de las flores.
Está en una zona tranquila, a mitad de camino del Born y de la Catedral, es una zona poco frecuentada.
La decoración esta bien, me gusta, por poner un ejemplo: las lamparas me encantan.
Hay mucho espacio entre las mesas y además resultó un lugar muy silencioso, había muy poca gente durante la cena y eso ayuda.
También he podido leer que las responsables de la decoración son el taller de Sandra Tarruella e Isabel López, las mismas del hotel Omm.
Reserva para cinco, mesa redonda y sitio libre durante toda la noche.
Restaurante muy bien situado en un primer piso del Passeig de Gracia de Barcelona.
Tiene unas vistas especialmente interesantes de la calle, ese es uno de sus atractivos.
La decoración es modernilla pero sin llegara a ser fría, es un local en el que se está a gusto nada más entrar.
Además la gente que trabaja allí es más que correcta y muy atenta, te hacen sentir muy cómodo y están pendientes de tí en todo momento.
Cena para dos con reserva del día anterior.
Restaurante del centro de Barcelona.
Está muy cerca de Plaza Catalunya y a un paso de las Ramblas, toda una opción cuando estás en el centro.
Solamente tiene unas diez mesas en la entrada pero en la parte de atrás hay espacio para bastante más gente.
La decoración es modernilla y la cocina está a la vista, hay espacio entre las mesas.
Resulta un sitio muy agradable, se nota el cariño de los que trabajan allí y se nota el esfuerzo para que estés bien, me parece un sitio interesante.
Menú de mediodía para cuatro.
Estupendo sitio.
Está situado en la falda del Tibidabo, al pié del funicular.
Dividido en dos zonas, en dos restaurantes de hecho, hoy hablo del de la parte de arriba, el Mirador.
Éste tiene unas brutales vistas de Barcelona, sentado en la mesa durante la cena se puede disfrutar de la visión de buena parte de la ciudad.
La decoración es correcta, tradicional. El ambiente es tranquilo, relajado y cómodo.
Cena para siete con reserva.