Restaurante clásico, otra cadena local que esta vez probé en la ruta de Los Ángeles a Las Vegas.
Otra historia de éxito, la cadena Claim Jumper empezó en 1977 con un restaurante en Los Ángeles y ahora son más de 45 por todo USA.
Básicamente es un restaurante familiar, con una decoración basada en la piedra, la madera y lo tradicional y además con buenos precios.
Comida para dos.
Restaurante argentino en la zona del Born, en el Barrio de La Ribera de Barcelona.
Cena en la terraza en verano, un gusto. Tranquilo y agradable, rápidos atendiendo la mesa.
Y eso que en un principio la cena era en un sitio un poco mas fashion, muy cerca, pero como apetecía algo más contundente acabamos aquí.
Cena para dos sin reserva, pero es que es Agosto, normalmente hace falta reservar o hacer cola, siempre lo veo a rebosar.
Como el propio nombre del restaurante indica, está claro: aquí hay que ir a comer caracoles.
Tienen más cosas, eso sí, pero la fama se la llevan por eso.
Así que volvimos a comer caracoles otra vez después de casi un año, ya lo contaba en el post Can Cargol.
Y la idea resumen es que básicamente todo sigue igual, esta vez sí que estaban bien las tostadas de pan para untarles el tomate y el ajo.
Cena para siete con reserva.
Restaurante de la zona de la esquerra del Eixample.
Como su nombre indica es un restaurante Argentino, con Pampero de nombre está claro, no será Japonés.
Es un local amplio, con una correcta presentación y un personal muy agradable.
Cuesta situar en donde está ya que no es muy visible desde la plaza.
Siete personas para cenar con reserva previa.
Y aunque no está en todas las cartas existe un menú muy completo por unos 32€.
El nombre completo de este restaurante es El Boliche del Gordo Cabrera, está en el Ensanche de Barcelona.
Es un local mas bien grande, debe de tener una treintena de mesas, pero esta separado en dos zonas y no hay esa sensación de agobio que tienen los grandes.
La decoración es muy correcta, no se puede fumar (lo que agradezco) y tiene la cocina a la vista tras unos cristales.
La gente que trabaja ahí es muy agradable y atenta, parece un negocio familiar.
Cena para ocho que se convirtió al final tras alguna deserción, en cena para cinco. Con reserva de la misma noche, no se llenó.