Hace ya un par de semanas que regresé del viaje de trabajo a São Paulo, han sido unos 10 días por allá.
No ha sido mi primer viaje a Brasil pero sí que ha sido mi primer viaje a una de sus megalópolis.
Impresionante el tamaño de las autopistas con ocho carriles en cada sentido en medio de la ciudad y la presencia de edificios de 30 plantas por todas partes.
Mires hacia donde mires siempre ves algún grupo de edificios altos en el horizonte.
Las distancias son grandes, el tráfico muy denso y los atascos épicos, algo más de dos horas y media para llegar al aeropuerto a la vuelta.
El viaje lo inicié cauteloso y preocupado, se habla mucho sobre la seguridad en esta ciudad y eso te preocupa inicialmente.
Al final me parecio mucho más segura de lo que me había imaginado.
Evidentemente mi impresión es muy personal ya que estuve acompañado por gente local y en entornos especialmente seguros y preparados para los extranjeros como Alphaville.
Por supuesto hice algunas visitas al centro, a Liberdade (el barrio japones) y la zona de Vila Madalena.
Me sentí seguro incluso al viajar en metro, claro está con todas las precauciones típicas que puedes tener como en otras ciudades con zonas muy turísticas.
Me hizo mucha gracia entrar en el Fnac en la Avenida Paulista y tomar un café igual que hago en casa, todo lo que sea electrónica es intocable por cierto.
Me quedo con dos cosas para el resumen: me encantaron los mercadillos de productos chinos y pirateo en general y la comida, fantástica donde sea.